RITUALES PROHIBIDOS.

El Camino de Santiago es una ruta colmada de tradición en la que es característico practicar ciertos rituales, muy conocidos por los peregrinos, algunos de los cuales, sin embargo, han pasado a mejor vida. Y no es por falta de devoción sino porque las nuevas normativas legales impiden su ejecución. Así ritos que en su momento eran casi obligados son ahora hábitos prohibidos que ningún caminante debe osar a realizar.

Aprovechando la restauración del Pórtico de la Gloria el Cabildo de la Catedral de Santiago, por ejemplo, se ha puesto fin a una tradición cuyo origen se pierde en la Edad Media. Era entonces cuando se acostumbraba a posar las yemas sobre la pilastra de mármol que representa el árbol genealógico de Jesús. Los romeros, después de recorrer mil kilómetros a pie y pasar otras tantas calamidades, buscaban apoyo en el fuste gris mientras contemplaban arrobados al Apóstol, y más arriba al Pantocrátor, pronunciando una oración. El rito de los croques, en cambio, lo fundaron los universitarios, puede que hace más de cuatro siglos. Con el testarazo en época de exámenes, mejor si se aplicaba con contundencia, pedían memoria, inteligencia e ingenio a aquel santo arrodillado de espaldas al Pórtico.

Con el tiempo, el desgaste de las huellas del parteluz se aceleró y la piel de la frente del señor de dos Croques se volvió grasienta. A este deterioro se unió la consideración de que la tradición de los dedos y croques resultaba vacío y fuera de lugar en pleno siglo XIX. Y así, con la idea de adaptarse a los nuevos tiempos y de proteger la herencia cultural del pasado, fue como se llegó al fin de unas costumbres muy arraigadas. Unas restricciones que rompieron con las prácticas tradicionales con la esperanza de servir de origen para otras nuevas y más modernas.

¿Cuántos peregrinos conoces que pusieran en práctica estas tradiciones ya vetadas?

Fuentes: El país.
Imagen: Axouxere.