BASTONES.

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Una de las típicas imágenes del Camino de Santiago es la del peregrino, mochila a la espalda, bastón en mano, discurriendo con paso firme sobre senderos de piedras y paisajes de ensueño. Y es que, entre los muchos elementos que acompañan este peregrinaje, el bordón es uno de los más característicos. Aunque antiguamente se utilizaba para ahuyentar a los animales, hoy en día se emplea principalmente como medio de apoyo para facilitar el paso de los caminantes.


Si bien no todas las etapas y rutas son iguales, algunas están repletas de grava, barro, pendientes y piedras que resultan incómodas y que hacen necesario el uso de un punto de soporte. Pero no solo cuando el terreno se complica, sino también cuando el cansancio apremia. Los bordones, además, descargan las piernas y favorecen una mejor distribución del esfuerzo en el cuerpo por lo que el ejercicio termina siendo más equilibrado. Y, por supuesto, sirven como defensa de posibles ataques de animales (pensemos en las serpientes de cuyo mordisco se han librado algunos peregrinos gracias al uso de este tipo de báculos).

No obstante, conviene prestar atención a la presión que se ejerce cuando se tienen en mano. Es muy fácil excederse en la fuerza de agarre y sufrir rozaduras por lo que se recomienda aplicar, con antelación, crema hidratante para asegurar que la piel queda protegida de cualquier daño (en invierno se puede recurrir a los guantes). Deben ser plegados cada cierto tiempo para brindar descanso a los brazos y también a la hora de acceder a los albergues.

En cuanto a la necesidad de utilizar uno o dos bastones, cada peregrino es un mundo y cada uno conoce sus necesidades. Hay quienes afirman caminar con mayor seguridad y ritmo más acelerado con el apoyo de dos bordones y quienes prefieren utilizar solo uno. Evidentemente el doble apoyo tiene sus ventajas ya que permite una mayor liberación de carga sobre las piernas pero si no se padecen problemas de articulaciones o ligamentos no es necesario utilizar dos.

Los precios son muy variados, dependiendo del material con el que hayan sido confeccionados, pero la mayoría oscilan entre los 5€ y los 50€ aproximadamente. Lo importante, en todo caso, es que sean pequeños y extensibles para poder guardarlos sin problema en la mochila.

Para caminatas largas, como el Camino de Santiago, es mejor prevenir que curar. Los bordones, además de dar un toque rústico a la imagen del peregrino, resultan prácticos y brindan, en caso de necesidad, el apoyo adecuado para poder realizar un recorrido eficiente y menos fatigoso. En definitiva, son una pequeña inversión que puede convertirse en un gran alivio.

¿Ya tienes el tuyo?



Imagen: Dreamstime

 

 

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