SOBRE RUEDAS.

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Se puede recorrer el Camino de muy diversas formas. La más típica, quizás, sea a pie pero también es muy frecuente hacerlo en bicicleta. Y, si para la primera opción existen toda una serie de consejos y recomendaciones, no lo es menos la segunda. De hecho, a parte de la elección que tiene que ver con el tipo de bici que se va a utilizar, es necesario tener presentes otro tipo de consideraciones también importantes.

Por un lado, en lo que se refiere al medio de transporte y sin entrar en demasiados tecnicismos ni detalles, están las bicicletas TODOTERRENO, útiles para transitar las mismas rutas que cualquiera que las haga a pie; las de CARRERA (especialmente indicadas para ir por carretera) y las HÍBRIDAS, que combinan lo mejor de las anteriores. Tal vez estas últimas sean una de las opciones más indicadas precisamente porque resultan de gran ayuda para los terrenos más dificultosos y muy confortables para los más sencillos. Lo importante, en cualquier caso, es que el usuario se sienta cómodo y seguro.


Por otro lado, hay que considerar cuál va a ser la ruta específica y en qué momento del año se piensa iniciar la travesía ya que las condiciones meteorológicas influyen directamente en el tipo de bicicleta necesaria para poder hacer frente a las posibles dificultades (barro, corredoiras invernales, guijarros…). Existen tramos,además, que discurren separados pero que, una vez iniciado el Camino, no queda más remedio que seguirlos,  independientemente de lo espinoso que pueda resultar, porque no cuentan con ninguna otra salida. Es decir, que hay que estar mentalizados que este no es uno de esos tranquilos paseos de domingo prolongado en el tiempo. Es todo un camino físico e interior que encierra grandes retos.

Otra cosa que conviene recordar es que el peregrino de bicicleta debe siempre conceder prioridad al resto de peregrinos (de a pie, a caballo) lo cual tiene su principal manifestación en lo que concierne al acceso a los albergues. El motivo principal es que se considera que el esfuerzo físico que supone ir sobre dos ruedas no es el mismo que implica caminar durante horas. Si bien no se trata en ningún caso de una competición es importante tener en cuenta que el cansancio y la necesidad de recuperar fuerzas es diferente en uno y otro caso. Es decir, no se comparan las longitudes, ni las etapas, ni el trayecto recorrido…simplemente se intenta echar una mano a quienes lo pueden necesitar un poco más.

En la misma línea, y en lo que se refiere al recorrido, quienes van en bicicleta deben tener mucho cuidado a la hora de rebasar a los caminantes y avisarles con antelación para evitar sustos y posibles incidentes. Moderar la velocidad puede ser, de hecho, uno de las prácticas más adecuadas ya que las señales acústicas, en muchas ocasiones, no son percibidas o comprendidas con claridad. Lo mejor es prevenir cualquier percance manteniendo un ritmo pausado en proximidad con otros peregrinos.

En definitiva, ya sea en bicicleta, a pie, a caballo…esta es una aventura de solidaridad y respeto. Una experiencia que reclama presencia para vivir cada instante y fortaleza para superar cada uno de sus desafíos. Pero en ningún caso se trata de una competición. Así que calma, mucha calma  y buen CAMINO!





Fuentes: caminodesantiago.org
Imagen: Dreamstime
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