CON FRÍO.

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El Camino de Santiago es una ruta que puede realizarse en cualquier época del año. Eso sí, cada momento requiere una serie de consideraciones particulares. Así, cuando se plantea emprender este recorrido en invierno, es necesario tener en cuenta aspectos específicos de la estación más fría del año.


El peregrinaje bajo el manto de las nubes, las gélidas corrientes de aire y la soledad de los paisajes, puede convertirse en una experiencia mucho más apacible y auténtica que durante el período estival ya que siempre son menos los caminantes que se lanzan a esta aventura cuando aprietan las bajas temperaturas. Pero tampoco todos los albergues están abiertos, el calzado necesario es más pesado y la mochila va cargada con otro tipo de artículos…

Por un lado, encontrar alojamiento en la versión invernal del Camino puede resultar más sencillo siempre que se trate de albergues públicos, ya que estos no cierran en ningún momento a diferencia de los privados. La ventaja es que, al ser una época menos transitada, no debería haber ningún problema para disponer de una cama al final de cada etapa.

La ropa, en principio, suele ser más pesada pero no significa que haya que cargar el macuto con infinitas prendas ya que la espalda puede resentirse por el peso extra. Las camisetas de manga corta tienen que ser sustituidas por  térmicas de manga larga y de secado rápido. También es aconsejable añadir una chaqueta cálida, un forro polar, unos guantes, un gorro, una bufanda o braga  y una capa ligera impermeable para protegerse de la lluvia. El saco de dormir también debe estar preparado para el frío aunque no es imprescindible que sea un modelo para tiendas de campaña.

El calzado deja de ser ligero y bajo para pasar a botas altas (que aportan mayor sujeción al tobillo y brindan más protección) pero si no resultan cómodas siempre se puede optar por unas botas bajas con polainas impermeables. Lo que resulta  indispensable es probarlo y usarlo antes para darle forma y asegurarse de que cumple con las expectativas técnicas y de confort. Llevar un repuesto tampoco está de más.

La oscuridad propia de esta estación obliga a incluir accesorios diversos en la mochila como un frontal (para las primeras horas del día y últimas de la tarde); un chaleco reflectante para resultar más visible; una linterna por si es necesaria un poco de iluminación extra y una pequeña batería para el móvil por si se precisa realizar una llamada de urgencia. En caso de condiciones meteorológicas complicadas, se aconseja caminar por la carretera, evitar los caminos dudosos y detenerse antes de tiempo si el tiempo es realmente pésimo.

Tomando todas estas precauciones, el frío no tiene por qué ser un obstáculo. Es más, las vistas de campos y montañas nevados o el aroma de la lluvia en medio de una ruta despoblada, pueden brindar momentos muy especiales y servir de entorno para ese viaje interior del que no se puede escapar en el Camino.

¿Estás preparado?


Imagen: Dreamstime

 

 

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